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¿Por qué mi empresa tiene que estar en Internet?

¿Pensáis que en España hay más de 27 millones de usuarios activos en las redes sociales y que somos más de 30 millones de internautas, de los 45 millones de habitantes que hay?…

Pues sí, es verdad. Nada que objetar. Entonces, ¿por qué creéis que tan solo un tercio de las pequeñas y medianas empresas tiene presencia el internet, cuando éstas representan el 99% del tejido empresarial español?  Seguro que no tenéis una sola respuesta, más aún cuando todos vamos con nuestro smartphone en mano para comprar, jugar, hablar o ver vídeos.

La verdad es que no hay un solo motivo, sino varios que van desde el desconocimiento del comerciante de la nueva realidad que le rodea, hasta el coste económico que representa y la rentabilidad que pueda generar a la empresa.

Para el comercio tradicional, familiar y de proximidad, es una patata caliente y, para los emprendedores, una gran oportunidad de negocio a la que no pueden renunciar porque, además, ellos valoran como fundamental un dato: internet no entiende de fronteras.

El esquema del negocio tradicional ha cambiado y darle la vuelta como un calcetín no es tarea fácil porque requiere, básicamente, saber qué son las redes sociales y para qué sirven. En este punto, el asesoramiento profesional es fundamental para definir un objetivo, diseñar una estrategia y establecer un plan de ruta.

Demorar esta decisión puede comportar la pérdida de tiempo precioso porque, tarde o temprano, uno tiene que lanzarse a la piscina: hay mucho que ganar y poco que perder.

¿Qué se puede ganar? Proyección, visualización, oportunidades de negocio, conocer de primera mano las opiniones de los clientes y, cómo no, plantar cara a la competencia mostrándole de una manera muy visual hasta dónde podemos llegar.

 

¿Qué se puede perder? Quizás unos resultados no deseados por una crisis de reputación mal resuelta, una elección de redes poco acertada para el modelo de negocio, un plan de marqueting escasamente definido o, sencillamente, una falta de implicación por parte del empresario.

En nuestra vida tomamos decisiones, nos arriesgamos, nos alegramos  o nos entristecemos. Pero quedarse de brazos cruzados no soluciona los problemas. Pues bien,  en los negocios pasa lo mismo: para avanzar, hay que innovar y, para cambiar hay que implicarse al 100% en el proyecto y tener una actitud positiva para vivir con emoción cómo el negocio de padres o abuelos se transforma, con los nietos, en una empresa 2.0.

No hay marcha atrás. Solamente hay que vencer los miedos, superar los obstáculos, allanar el camino y mirar al frente para no detenerse. Sencillamente, como hacemos en la vida.

Fuente imágenes: Pexels

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